ANTOLOGÍA DE MARCO PANDO EN LA BIM

Marco Pando: Reconstruyendo el Tejido Cinemático como Experiencia Performativa

Una vez más ATA participó en la BIM (Bienal de la Imagen en Movimiento – Buenos Aires) apoyando la realización de la proyección de la obra fílmica del artista peruano Marco Pando (Cajamarca, 1973), acompañado de la instalación Spider. Este programa busca sentar un precedente en la difusión de la cinematografía peruana en su vertiente experimental en el marco de un importante encuentro donde confluye el mundo audiovisual tanto como el del arte contemporáneo.

El programa reúne siete films de Marco Pando realizados entre 2003 y 2016. Formado entre Lima y Ámsterdam, el autor presenta inquietudes propias del migrante, así como el fuerte vínculo que lo une a la cultura cinematográfica, pues su familia fue dueña del primer cine de Cajamarca, su ciudad natal. Este hecho también lo lleva a generar intervenciones sobre la imagen en movimiento.
La técnica que utiliza en sus primeros films consiste en el raspado de fragmentos de celuloide (las llamadas “colas”, que permitían insertar la película que se iba a proyectar en los cines) previamente pintados y dispuestos horizontalmente para crear cada uno de los fotogramas de la animación. Al ser un trabajo altamente artesanal, hay elementos que también surgen de forma espontánea mientras trabaja sobre el material, y le dan un carácter casi performativo. Los trabajos de Pando fueron transferidos a celuloide por The Eye Film Institute (Países Bajos), recobrando así la “materialidad” perdida en el proceso de digitalización y edición de sus animaciones. El resultado final es un film híbrido entre lo digital y lo cinemático que produce un constructo imposible de definir de una sola forma, pues incluye también elementos “precinemáticos”, como el dibujo a mano alzada, y que guarda el rastro de las tiras de celuloide utilizadas como material de reciclaje, creando así una suerte de puesta en abismo del material fílmico.

En el trabajo de Pando hay cierta nostalgia de la pérdida del ritual propio de la salas de cine, sobre todo en provincias donde los cines han sido vendidos o transformados. En «El fin del cine», el autor reconstruye imágenes de las fachadas de viejas salas que operaban mediante carbón para encender los proyectores. «El rey de los cerros», por su parte, fue una instalación en donde el film del mismo nombre fue proyectado por el propio Pando dentro de una carpa que emulaba la forma de un cine antiguo.

Si bien la nostalgia es perceptible en la obra de este artista, no hay en ella un deseo de mantener el material fílmico alejado de cualquier proceso que atente contra su “pureza”. Por el contrario, la elaboración de sus primeros films refleja el carácter intercambiable de los soportes. Se podría quizás establecer un paralelo entre la migración de los soportes y la migración geográfica evocada en películas como «Turista Hitchcock», «Rey de las montañas», «Mariposa de la frontera» o «El bote».
La performance en la que Pando se inicia en su rol de proyeccionista se prolonga en films como «El bote» y el reciente «8 horas de trabajo», y –de forma menos explícita– en el film de animación «Ciudad pulmón blanco», donde el álter ego del autor recorre la ciudad de Lima dibujando la silueta de un pulmón. En «El bote» y «8 horas de trabajo», Pando traslada el cariz fantástico, confuso, irracional y altamente onírico de sus animaciones a los valores de producción en el campo de la imagen en vivo.

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